Hablar de los hoteles en Alemania es hablar de un país repleto de cultura e historia, corazón del continente europeo plagado de hermosos contrastes, en el que las tradiciones y la modernidad se dan de la mano en un logrado equilibrio que siempre sorprende al visitante, y cuyos exuberantes paisajes, ya sean estos urbanos o en su viva y plena naturaleza, encuentran en la hospitalidad de cada una de sus regiones la simbiosis perfecta que la convierten en el destino adecuado de un turismo completo y de calidad garantizada para todo tipo de viajeros.

Alemania posee una de las más amplias y diversas ofertas turísticas de Europa: actividades culturales, arte, afamados festivales de música clásica, gastronomía, grandes eventos y tradiciones, naturaleza o deportes alpinos, son algunos de los muchos reclamos que el país germano ofrece al visitante a lo largo y ancho de su incomparable geografía salpicada de numerosas y emblemáticas ciudades.

Las diferentes regiones y ciudades de Alemania se mueven entre la tradición más pintoresca y la historia más reciente, constituyendo un rico contraste que hace del país un extenso paraje siempre dispuesto a nuevos descubrimientos y amplios matices.

En la mitad norte del país, Hoteles en Berlín, su emblemática y cosmopolita capital, es hoy una ciudad moderna y en constante transformación, llena de pedazos vivos de historia   donde caminar por cada una de sus zonas –  Alexanderplatz, el Tiergarten, Sansoucci, el Zoo, Unter den Linden  –  resulta una experiencia única cargada de dispares paisajes urbanos; la desconocida región del Ruhr, en Renania del Norte-Westfalia, con ciudades tan importantes como Holeles en Colonia, Hoteles en Dusseldorf, Hoteles en Dortmund o Hoteles en Essen, compone, con sus antiguos parajes industriales transformados en equipamientos culturales y vanguardistas monumentos, un territorio de particular belleza integrando acertadamente arquitectura y verde naturaleza en sus paisajes; y las ciudades sajonas de Hoteles en Hannover y la norteña Hoteles en Hamburgo, siempre en un equilibrio sorprendente entre la tradición medieval más pura y la postmodernidad más cosmopolita y abierta.

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